jueves, 22 de noviembre de 2012

La opresión de la semilla

Impresiones de la Violencia del Tiempo (1991) de Miguel Gutiérrez


La tradición de todas las generaciones muertas 
oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos 
Marx: 18 brumario de Luis Bonaparte

El temor (y la atracción) al incesto, el patetismo de la muerte, la degradación; la solidaridad humana, la escritura como expiación. En base a estos elementos, Miguel Gutiérrez (Piura, 1940) construyó un retablo humano que, sin embargo, surge de un mismo trasfondo: una división estamental de la sociedad que recrudece las contradicciones y paradojas individuales, y aplasta cualquier intento por cambio y autonomía.

Pero ¿Es una novela que resucita los viejos temas indigenistas? ¿Una ficción al servicio de la denuncia sociopolítica?

No, al menos no necesariamente. Porque, a diferencia de la comunidad idealizada, los habitantes de Congará -el pueblo-personaje de la novela- han dejado de compartir una identidad; lo conforman individuos que experimentan aislados, sino la muerte, la violencia sexual y el agravio. No pequemos de anacronismo: en el campo piurano de Gutiérrez aún los blancos dominan sobre los peones, y los indios son "mujeres" sometidos por una bigama de toro. Pero, sin sentido de comunidad, la lucha en la sociedad estamental puede reducirse solo a la subsistencia.

El linaje de los Villar en Congará -y cuyo pasado se identifica con la misma novela- representa esta lucha por sobrevivir, incluso a través de medios inmorales. Pero sus miembros también cargan individualmente el "blasón" de su condición mestiza. Al igual que obras posteriores de Gutiérrez, el "drama del aculturado" no se resuelve en armonía. El fundador Cruz Villar elige, como una teatralización, representar el despotismo del padre español; Martín Villar, contraviene este mandato y regresa a Piura a expiar la afrenta familiar. En ambos, el conflicto interno desprende una elección con consecuencias dramáticas, despedazando, en el camino, sus relaciones solidarias.

Curiosamente, se ha calificado a la Violencia del Tiempo como una "novela marxista", de "denuncia social". Para 1991, los procesos de modernización habían arrasado con los rezagos de la vida terrateniente. La narrativa urbana, publicada y difundida a partir de la década del cincuenta, daban cuenta de relaciones de poder en las ciudades. Y si bien, dentro de una perspectiva marxista, las estructuras sociales continuaban excluyendo a las mayorías, la división racial descrita por Gutiérrez había sido deslegitimada ¿Cuál es la vigencia del relato?

Quizá la misma que la cita de Marx. Y que los individuos, hoy desprovistos de armas políticas y sociales, desnudos, cargan el peso de los pilares que los están oyendo.  

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