miércoles, 31 de octubre de 2012

Super Arbizú

¿Qué hay detrás de la "judicialización de la política"?



En su estudio del caso italiano, Donatella Della Porta (2001) dibujó la evolución de los actos corruptos en la judiciatura, desde la colusión de los años cincuenta, pasando por el vínculo con la cosa nostra de los setenta, hasta el movimiento de las "manos limpias" en los noventa. Una de las principales lecciones del estudio fue la constatación de la ausencia de una "cultura de carrera judicial" en todas las etapas. Por el contrario, frente a las alegaciones de corrupción, los jueces italianos eran guiados por contactos informales y los"sistemas de valores" a las cuales ellos se adscribían: conservadores en un inicio, "guardianes de lo público" a fines del siglo pasado. 

No es descabellado trasladar esta lección al caso peruano.

Un primer ejemplo es la labor loable (porque también hay que emitir juicios morales) del procurador anticorrupción Julio Arbizú, quien se compró el pleito de las reparaciones civiles. Arbizú no solo hace su tarea; es una figura mediática, como ningún otro procurador lo fue antes. Estas apariciones públicas le han brindado un aura de "defensa frente a la corrupción" que, sin embargo, peca de personalista. Arbizú pertenece al Instituto de Cultura Política, del cual es miembro del Consejo Consultivo Rosa María Palacios.

El segundo ejemplo es lo ocurrido en el "Brujas de Cachiche (2)". Tres miembros del Tribunal Constitucional almorzaban con diversas personalidades políticas, unánimamente de la derecha nacional. Díficil adivinar si se "cocinaba" (o "almorzaba") una sentencia; lo cierto es que había más sospechas de coincidencias ideológicas entre los magistrados y Natale Amprimo que de un intento de soborno dentro de una servilleta. "Era una reunión de amigos". Parece cierto. El Magistrado Carlos Mesía Ramírez estaba inscrito como militante activo del partido aprista. 

En ambos casos, la debilidad de la Carrera Judicial abriría las puertas a una situación de "volubilidad" del sistema y de polarización entre jueces "buenos" y "malos", a gusto de los "valores" de las élites políticas y de las amistades y redes informales. Al menos evitemos, por favor, la cara de Arbizú estampada en un polo de Cherman. 

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