viernes, 26 de diciembre de 2014

No ser marxista es algo relativo

El nuevo régimen laboral juvenil y la opinología marxista de derecha 

Llaman la atención de sobremanera estos párrafos:
"Sería extraordinario que la juventud se movilizara por conquistar derechos para las grandes mayorías informales, por simplificar y reducir el costo de la formalidad para que todos puedan ingresar a ella, por romper las barreras que mantienen al 74% de los peruanos sin derecho alguno. Sin embargo, las marchas que hemos visto no tienen esa finalidad sino, más bien, la de defender el sistema que hace posible esa gran exclusión.
 (...)
Por supuesto, no es eso lo que perciben quienes se movilizan, sino un intento malvado de la gran empresa por recortar los derechos de los trabajadores. Pero no se repara en que quienes sí gozan de esos derechos absolutos trabajan casi exclusivamente en la gran empresa, porque ni la micro, pequeña ni la mayor parte de la mediana pueden solventarlos. Y por eso los derechos absolutos de unos no son sino la falta absoluta de derechos de la mayoría.
(...) 
Mientras tanto, la gran mayoría de jóvenes sin empleo o sin derechos permanece desorganizada porque no tiene nada que defender y carece de “conciencia de clase”. Sorprende que no haya aparecido el político o el líder capaz de aglutinar el interés difuso de esa mayoría hacia la demanda de un orden legal más justo e inclusivo." 
De Althaus, Jaime. La Utopía. El Comercio.
Si uno lee el artículo completo parece seguir cierto patrón, presente en otras columnas: posicionar reformas neoliberales como "progresistas" frente a una defensa conservadora del status quo. Lo fue con la ley del servicio civil, lo es ahora con el régimen laboral juvenil. Más aún, se tratarían siempre de minorías que tienen más de rent-seeking que de defensores de derechos "universalizables". 
Para De Althaus, se trata de una disonancia cognitiva; es decir, los jóvenes actúan suponiendo que defienden derechos (esto es la manera no-alditus de llamarlos estúpidos). Pero ¿cómo saber de esa disonancia? Hay dos pistas: son una minoría (opuesta a una mayoría informal) y están organizados (lo que los convertiría, automáticamente, en grupo de interés). No hay, entonces, un reclamo sobre derechos que tenga asidero en lo material, salvo que asistamos a una movilización marcada por el cinismo ("sé" que no marcho por derechos sino por intereses). 

De ser así, necesitas una gran maquinaria para movilizar a veinte mil personas en dos días si es que ellas solo se guían por intereses (pues aparecen problemas de acción colectiva). Esa maquinaria organizativa no existe en el Perú, mucho menos en la izquierda. Descartado los motivos "cínicos" queda la disonancia cognitiva. Asumamos que quienes protestaron lo hicieron -casi, sin saberlo- para defender intereses particulares. 


Pero la indignación es real (y por real es perceptible); también lo es el proceso político de "encuadrar" los reclamos como derechos como un factor clave de cualquier protesta. Lo que De Althaus no reconoce por completo es que la "percepción" de la protesta ha sido constituida por acciones, procesos y experiencias laborales en los que los protestantes estuvimos involucrados en ciertos momentos de nuestras vidas. Estos hechos son tan "reales" que permiten activar la movilización más que cualquier propaganda del gobierno. 

Habría que releer un libro importante, tan comentado por la derecha ("Ser obrero es algo relativo" de Jorge Parodi), que desmorona hipótesis sobre la falsa conciencia. Casi treinta años después, y en el polo opuesto, habría nuevamente que contrastar el estudio de lo cotidiano con argumentos de manual.

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