sábado, 9 de marzo de 2013

Hacia una teoría sin identidad: recuperemos a la izquierda

Bad Luck Poulantzas


Durante la semana, Omar Cavero propuso (re)construir la identidad política de la izquierda a través de la "recuperación" de la teoría marxista. Durante la semana he tratado de sintetizar mis comentarios en un post. Fracasé. Para hacer justicia al texto -que por cierto también alienta una sana discusión no-coyuntural- he dividido mi respuesta en dos secciones. En esta primera parte, intento esclarecer la posición del autor y plantear(le) preguntas provocadas a partir de lo que son sus premisas implícitas. En el siguiente post si estableceré mi posición acerca de lo que es, considero, el corazón fascinante de la polémica: la relación entre ciencia y política.

Para Cavero, un proyecto político de izquierda no solo debe posicionarse en la realidad; debe conocerla. Esta actividad implica manejar herramientas teóricas que nos permitan resolver problemas sociales. Hasta aquí, no hay novedad; liberales compartirían la afirmación anterior. Sin embargo, es cierto -como indica Cavero- que la izquierda podría inclinarse por estudiar la desigualdad o la "opresión" como fenómenos de su preferencia. Contrario a lo que piensa la mayoría, este "sesgo" resulta productivo: la preocupación política ayudaría a mantener en la discusión académica fenómenos estructurales y quizás evitaría desligar (aún más) la investigación de la realidad social. 

Lamentablemente, este argumento no se desarrolla en el resto del texto. Por rescatar (una vez más) la "teoría revolucionaria", el autor cae en un oscurantismo del cual no se recupera ni siquiera en la última línea.

Para Cavero, la izquierda debe realizar una "tarea crítica orientada a mostrar qué respuestas son equivocadas, qué problemas tienden a ser presentados como realidades insalvables y qué perspectivas de análisis son funcionales a la dominación vigente". La cita refleja la tónica de los siguientes párrafos. Cavero asume que hay "perspectivas" (aka. ¿teorías?) que servirían de justificación a la "dominación". No es difícil concluir que solo algunas teorías tienen la capacidad de escapar al sistema. Es decir, solo una: el marxismo.

Esta superioridad que alude Cavero se basa en un "criterio objetivo"; paradójicamente, este criterio es cuasi-metafísico. Son las leyes ahistóricas que rigen el "orden social". En un "análisis sistémico" -Cavero dixit- El Estado, las movilizaciones sociales o la exclusión de minorías LGBT se "explicarían" por la lógica de los modos de producción. ¿De que manera? La tarea "científica" consistiría en develar las estructuras soterradas tanto en aquellas "superestructuras" funcionales al sistema como en fenómenos que mostrarían sus contradicciones. Pero para Cavero esta tarea no se limita a lo "contemplativo"; nos llevaría a afirmar que todo cambio es sólo "aparente" si no se modifican radicalmente las estructuras. La tarea "científica", así, se enlazaría sin fisuras con la actividad política revolucionaria. Bingo.

Para entonces, el marxismo del autor ya ha clausurado la discusión académica.

¿Qué sucederían con las demás teorías? ¿Son rechazadas a priori? Aparentemente sí. Privilegiado con el conocimiento ahistórico de Las Leyes, el marxismo no tiene competencia. El fenómeno del "orden social" no es contigente; en un desprecio a la tarea científica, no se toma la molestia de buscar regularidades a través del trabajo empírico (Little 1991: 11). En ese sentido, el diagnóstico del "análisis sistémico" nunca podría ser el equivocado.

Ahora supongamos que se ha demostrado con evidencia que el "orden social" existió en todos los tiempos y sociedades. ¿Cómo éste influye en los fenómenos políticos y sociales? ¿A partir de qué evidencia podemos inferir sus conexiones? Responder a estas preguntas nos traería de vuelta a la contigencia y a correr el riesgo que las hipótesis causales que construyamos sean erradas frente a la realidad. Y si son erradas, la teoría no nos serviría para explicar la desigualdad o la revolución social; en esta situación ¿tendríamos que recurrir a las "perspectivas funcionales a la dominación vigente"?

Naturalmente, el autor no se plantea estas preguntas, ni parece interesado en hacerlas. "Explicar" -reitero- simplemente significa desenmascarar las apariencias sociales y mostrar la configuración escondida detrás de todo. Una tarea "crítica" más afín a brindar un sostén ideológico a la izquierda que a la labor de investigación científica. En el primer caso, la vinculación con fenómenos estructurales es un axioma incuestionable; en el segundo, una hipótesis dudosa que necesita ser verificada. De un lado, tenemos un conjunto de creencias cohesionadas para brindar identidad a la actividad política (una definición mínima de ideología); del otro, la posibilidad que estas creencias puedan ser falsables frente a la evidencia empírica. Cavero subordina (y confunde) la segunda actividad a la primera.  

Finalmente, el texto deja la sensación de crítica reiterada a la separación entre lo académico y lo político, o que esa separación sería ilusoria. Es posible. Pero las consecuencias catastróficas de las "perspectivas funcionales al sistema" también pueden ser atribuídas al marxismo. En ambas, se podría adelgazar la línea entre explicación científica y un dogma de fe. En mi opinión (materia también de otro post), esto sería un problema perjudicial a la misma izquierda. Ambas canchas tienen (y deberían tener) reglas distintas. Elster es un jugador diferente a Poulantzas.

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